by Andre published hace 8 meses
El análisis de los documentos de solicitud y la realización de entrevistas son las herramientas más utilizadas por las empresas en sus procesos de contratación. La responsabilidad es grande, ya que las decisiones de personal tienen un impacto significativo en la productividad y el éxito de una empresa. Pero, ¿cómo toman los directivos estas decisiones? ¿Creen los responsables en su opinión personal a la hora de tomar una decisión o se basan en hechos sólidos? ¿Cuál es la diferencia?
Las opiniones son creencias subjetivas basadas en experiencias y valores personales. Suelen estar influidas por las emociones y pueden variar de una persona a otra. Los hechos, en cambio, son información objetiva que puede demostrarse. Son independientes de las opiniones personales.
El papel de la opinión en la selección de personal
Las opiniones de los directivos desempeñan un papel esencial en diversas fases del proceso de contratación: desde la evaluación de currículos y candidaturas, entrevistas, referencias y recomendaciones hasta la valoración de la idoneidad, el ajuste al equipo y la adecuación a la cultura corporativa.
La importancia de los hechos en la selección de personal
Las evaluaciones subjetivas pueden ayudar a hacerse una idea más completa de un candidato. Sin embargo, no deben ser la base principal de las decisiones de personal en las distintas fases del proceso de contratación. En su lugar, los hechos y los criterios objetivos deben desempeñar el papel principal. Las empresas minimizan los prejuicios y la discriminación, ayudan a garantizar la diversidad y toman decisiones de personal sobre una base más amplia y justa.
Actitud crítica hacia la propia opinión
En la selección de personal, es importante cuestionar críticamente la propia opinión para no invalidar los hechos objetivos. Las opiniones personales sobre la idoneidad de una persona tienden a generar prejuicios y estereotipos. Una actitud crítica hacia la propia opinión ayuda a los responsables a tomar decisiones más objetivas y aumentar así la calidad de las decisiones. Cuestionar la propia opinión también puede ser un signo de profesionalidad y comportamiento ético.